Capítulo 135
La videollamada con sus hijos habla sido como un elixir para Carol, llenándola de energía una vez más. En seguida, sus pensamientos volaron hacia Aspen.
El encuentro con aquel Ape salvaje había sido un accidente; Aspen era la verdadera razón de
su regreso.
Él habia dicho que no quería que lo molestara, pero hacer una llamada no era molestar, ¿verdad?
No estaba yendo a buscarlo en persona, después de todo.
Con el ánimo ajustado, Carol volvió a llamar a Barrio Helios.
Con una voz suave, se atrevió a preguntar.
“¿Disculpe, el señor Aspen tendrá un huequito hoy para firmar el divorcio?”
Del otro lado respondieron con cortesía,
“No, si el señor Aspen tiene un momento, se pondrá en contacto contigo. Tú solo espera la llamada, no hay necesidad de llamar,”
Después de eso, colgaron.
Carol puchereó, ¿esperar la llamada? ¿Hasta cuándo?
Pensó que quizás usar a Orion para presionar a Aspen sería lo más adecuado.
Pero Orion no era un tipo fácil de manejar, y definitivamente no era tonto. Cómo usarlo seguía siendo un dilema.
Mientras Carol meditaba, su teléfono empezó a sonar. Era Enrique.
Contestó, “Hola.”
“Carol, ¿estás libre hoy?” La voz de Enrique sonaba algo decaída.
“¿Qué pasa?”
“Si puedes, ven al hospital a hablar con Cira.”
“¿Cira? ¿Tu prima?”
“Si.”
“¿Qué le pasó?”
“…quiere rendirse, intentó cortarse las venas. La enfermera la encontró a tiempo, si no, la hubiéramos perdido.”
Carol estaba sorprendida, “¿Por su bebé?”
“Puede ser. Aunque yo sea su primo, al final soy hombre y hay cosas de las que no puedo
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hablar. No sé cómo ayudarla y Samira no está en Puerto Rafe, no sé a quién más acudir.”
“¿No has hablado con su familia?”
“Ella no quiere. Dice que si le aviso a su mamá, se tirará del tejado.”
Carol estaba desconcertada, “Estoy libre, voy para allá en un rato.”
Como si hubiera encontrado un salvavidas, Enrique suspiró aliviado, “Genial, ¿quieres que pase, por ti?”
“No, tú quédate con ella en el hospital, yo tomo un taxi.”
Después de colgar, Carol frunció el ceño, pensativa.
Tenía sus dudas sobre la prima de Enrique y ahora era el momento perfecto para resolverlas.
Media hora después, Carol llegó al Hospital Privado de Santa Cruz.
Enrique la esperaba en la entrada.
Al verla, se apresuró a recibirla, “¿No tienes frío con tan poca ropa?”
Ella habia salido de casa apresuradamente esa mañana, con una ligera chaqueta que parecía insuficiente. –
Mientras hablaba, Enrique se quitaba su abrigo largo para ofrecerseto.
Carol captó una mirada inusual en su rostro y rechazó la oferta rápidamente,
“Estoy bien, tú úsalo. ¿Cómo está tu prima ahora?”
En ese momento, Enrique se dio cuenta de que había sido demasiado entusiasta, incluso para ser buenos amigos, deberia haber guardado distancia.
Enrique se puso de nuevo el abrigo, con el ceño fruncido,
“No ha querido comer ni beber desde la operación, ha intentado suicidarse dos veces. Ahoral una cuidadora está con ella, no se atreven a dejarla sola.”
“¿Crees que está deprimida?” Carol preguntó con sospecha.
Muchas mujeres desarrollaban depresión postparto, y aunque Cira no había tenido al bebé, su situación era aún más grave.
Si hubiera interrumpido el embarazo al principio, la reacción sería menor; el bebé aún no se ha formado, no hay un lazo emocional fuerte.
Pero interrumpir un embarazo de más de cinco meses era devastador tanto física como emocionalmente.
Enrique negó con la cabeza, “No estoy seguro, más tarde vendrá el médico a verla.”
“Está bien.”
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Ambos se dirigieron a la habitación del hospital, una sala privada, limpia y luminosa.
Cira yacía en la cama del hospital, vestida con una bata de hospital, mirando por la ventana, mientras la cuidadora permanecía a su lado en silencio.