Capítulo 129
Él fruncía el ceño, mostrando una impaciencia evidente. “¿Qué quieres?!”
para cocinar y a
Carol, sorprendida, respondió, “¿Me mandaste a venir temprano tú te vas a dormir?”
Aspen frunció el ceño, sin responder.
La noche anterior, tras buscar a Carol, había traído a Miro con él y se había pasado la noche sentado en el sofá del salón.
Pensaba en su madre, en la enfermedad de Miro y en esa mujer que tenía en su corazón.
No había pegado ojo en toda la noche.
Por eso había ido a buscar a Carol tan temprano…
Carol, sin conocer la situación, se sentia injustamente tratada. Él la había despertado y ahora se iba a dormir, dejándola desequilibrada,
“¿Eso es ser profesional? Si estás cansado, deberías haber dormido antes de buscarme. Me despiertas y ahora tú te vas a dormir. ¿Qué crees que soy? Yo…”
“Una esclava de deudas.”
“…” Esas breves palabras hicieron que Carol tragase sus palabras de vuelta.
“¡Bien! ¡Tú ganas! ¡Eres capaz! ¡Eres impresionante! ¡Eres el jefe aqui, cierto?!”
Aspen respondió con desdén, “Si no estás de acuerdo, simplemente paga lo que debes.”
Carol estalló,
“¿Quién dijo que no estoy de acuerdo? ¿Con cuál ojo viste que no estoy conforme? ¡Estoy totalmente de acuerdo, de corazón y de palabra!”
“Si estás de acuerdo, entonces ten cuidado con tu actitud.”
“Tú…” ¡Qué ganas de abofetearlo y mandarlo a volar!
“¿Qué quieres?” preguntó él.
Carol contuvo su enfado, “Quería preguntar, ¿qué quieren para el desayuno? ¿Qué debo preparar?”
“Si tú eres quien cocina y no yo, decide por ti misma.”
“¿Cómo voy a saber qué les gusta?”
“No intentes agradarme de forma deliberada, es inútil y solo me molesta.”
“¡No estoy intentando agradarte de forma deliberada! Quiero saber qué le gusta comer a Miro. ¡eso es todo!”
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Aspen frunció el ceño, Miro no tenía preferencias particularmente, excepto su afecto por su madre, nada más parecía interesarle.
“Haz lo que te parezca.”
Clang, Aspen cerró la puerta de su habitación.
Carol estaba a punto de replicar cuando la puerta se abrió de nuevo y él la advirtió,
“Voy a dormir una hora más, ¡no me molestes!”
Carol estaba furiosa, apretando los dientes.
¿Cuándo quieres pegarle a alguien? ¿Cómo lo haces?
¡Y quieres golpearlo hasta matarlo ahora mismo!
¿Alguien tiene una idea de cómo hacerlo sin pagar con la vida? ¡Es urgente!
Carol se quedó parada en la puerta, sin poder pensar en una solución.
A regañadientes, solo pudo consolarse a si misma.
No te enojes, el enojo trae enfermedades y nadie las sufrirá por ti… No me enojaré, no me enojaré, una princesa no se enfada..
Mientras preparaba el desayuno, repetía mantras en su mente.
Sin saber las preferencias de Miro, decidió hacer tortillas de huevo.
Estaba batiendo los huevos con fuerza, como si no estuviera batiendo huevos, sino a cierta
persona.
Una hora después.
Carol acababa de terminar de preparar el desayuno cuando dos puertas contiguas se abrieron al mismo tiempo.
Padre e hijo, uno grande y uno pequeño, aparecieron simultáneamente en
puertas.
pectivas
Miro era como una máquina sin sentimientos. Si no era por un episodio de‘ su enfermedad, despertaba a las 6:30 cada mañana.
Con el tiempo, Aspen también se había acostumbrado a despertarse naturalmente a esa hora.
Aspen miró a Miro con ternura en sus ojos, “Miro, buenos días.”
Miro no dijo nada, su expresión era indiferente, apática y fría.
El pequeño se dirigia al baño, pero apenas levantó el pie, de repente se dio cuenta del movimiento en la cocina.
Frunció el ceño, su expresión cambió rápidamente.
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Capitulo 129
Miró la espalda de Carol y luego giró la cabeza hacia Aspen, lleno de ira…
Aspen explicó.
“Miro, esta es la niñera que Nathan encontró para nosotros. Papá está ocupado con el trabajo
y no puede estar contigo todo el tiempo, necesitamos a alguien que cocine y haga los.
quehaceres.”
“¡Vete! ¡Que se vaya!” Miro entró en cólera en cuestión de segundos, temblando. violentamente.