Capítulo 128
“Me llamo Ape, él se llama Aspen, esa es la relación.”
Carol “…”
Aspen sacó una llave antigua para abrir la puerta de la casa y, antes de entrar, le recordó:
“Te traje para que lo animes, no para que lo enfades. Si se pone de mal humor, aguántate y no le digas nada que lo irrite, especialmente nada sobre su madre.”
¿Por qué, por qué, por qué?
¿Por qué si él le grita, ella no podía responder?
Bueno, si ella no podia contra él y su hijo apenas tiene cinco años, ¿qué podía hacer?
Carol se convenció a sí misma, contuvo su molestia y preguntó:
“¿Qué clase de persona era su madre? ¿Por qué decidió irse de casa? ¿Tuvieron problemas en su matrimonio?”
Aspen frunció el ceño de inmediato:
“¡No preguntes lo que no debes!”
Carol “…”
Antes de atender a un paciente, se supone que debo saber lo que pasa, ¿no es lo normal?
“Yo-.-”
“¡Entra!”
Carol entró a la casa algo molesta, dándose cuenta de que no podía comunicarse bien con él, ¡es que no era una persona con la que se podía tener una conversación normal!
Una vez adentro, Carol observó la casa.
No era pequeña, un apartamento de tres habitaciones, sala, comedor, cocina y baño narecía tener unos 120 metros cuadrados.
Todo en un estilo de madera natural, suelo de madera, armario para zapatos de madera, mesa y sillas del comedor de madera, incluyendo una mesa de centro de madera.
Y se notaba que los muebles tenían su historia.
Solo el gran televisor de pantalla plana colgado en la pared parecía moderno.
El interior estaba muy limpio y acogedor.
Los muebles de madera junto con las cortinas blancas y las grandes plantas verdes daban un toque muy cálido al ambiente.
No esperaba que un hombre tan frío como él tuviera un hogar así.
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Capitulo 128
Pensaba que en sus ojos solo existian los tonos grises, y no colores curativos como el madera natural.
Aspen ya se habia cambiado a unas zapatillas y se dirigia directamente a una habitación de visitantes, abrió la puerta y se quedó mirando hacia adentro.
Carol intuyó que estaba viendo a su hijo y se agachó para cambiarse de zapatos.
En el zapatero habia un par de zapatillas de mujer, nuevas, obviamente preparadas para ella.
Sin preguntar, se las puso.
Justo cuando pensaba seguirlo para echar un vistazo, Aspen ya había cerrado la puerta.
Carol, curiosa, preguntó: “¿Y Miro?”
“Está durmiendo.”
¿Todavía no se ha despertado?”
“Si,”
¿Entonces para qué me trajiste tan temprano?”
Penso que Miro ya estaria despierto y por eso él había ido a buscarla.
Si el niño aún dormia, ¿la habia llamado solo para quedarse mirándola fijamente?
“Hay ingredientes en la nevera, prepara el desayuno.”
Aspen le dijo sin ningún reparo y cerró la puerta de su habitación.
Carol incluso pensó haber oído el clic de la cerradura por dentro.
Carol se quedó boquiabierta, “¿¿¿¿ ¿ ¿ ¿ Qué ?”
¡Eso no era para nada cortés!
Decirle “prepara el desayuno” así como así, ¿qué se había creído? ¿Le debía algo o qué?
Bueno, de hecho, sí le debía, ¡cincuenta millones!
Pensando en el dinero, Carol se contuvo y, molesta, se dirigió a la cocina.”
Ya que estaba allí, decidió hacer lo que había ido a hacer y abrió la nevera para echar un vistazo. Todo estaba limpio y los alimentos frescos y bien surtidos.
¿Qué podría cocinar?
Carol pensó un momento y se dirigió a tocar la puerta de Aspen para preguntar sobre las preferencias de Miro.
Podia no soportar a ese hombre, pero el niño era inocente y quería cuidar del gusto de Miro.
Tocó una vez, sin respuesta.
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Capitulo 126
Tocó de nuevo, y otra vez, sin respuesta.
Carol golpeó varias veces más “toc toc toc“.
“Oye, abre la puerta, tengo que hablar contigo.”
Al segundo siguiente, Aspen abrió la puerta, ya no vestía el traje formal sino un pijama.